EL CHAPO GUZMÁN EL FUGITIVO ETERNO
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The Legend of Shorty
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Las confesiones de “El Chapo” Guzmán.
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Los antiguos mexicanos consumían varios tipos de estupefacientes para diversos ritos antiguos, los chamanes eran sus principales usuarios hasta la caída de Tenochtitlán y abandono de Chichen-Itzá, centros principales donde se usaban algunos tipos de hongos alucinógenos. Sin embargo, a lo largo de los siglos, éstos y otros estupefacientes se seguían usando como remedios medicinales, incluso hasta la fecha.
A partir del año 1492 cuando Cristóbal Colón llega a América, trae entre sus carabelas 20 toneladas de productos cannabicos. Hacia finales del siglo XIX y principios del XX se vendían cigarros de marihuana y se hacían canciones de corrido dedicadas a esta sustancia que entonces no estaba prohibida, y en el año 1919 se filma “Puño de hierro” que se centra su temática en el consumo de heroína.
El origen del narcotráfico en México viene de muchos años atrás, iniciando en el estado de Sinaloa, sin embargo, los detonantes y los muchos factores que han contribuido a la escalada de la violencia, según los analistas de seguridad lo atribuyen a la terminación del arreglo implícito existente entre los traficantes de drogas y los gobiernos locales o estatales. Este arreglo gobierno-narcotráfico consistía en permitir el libre paso de cargamentos de droga desde Sudamérica hacia Estados Unidos por rutas definidas en parte del territorio mexicano transportadas principalmente por tierra, y se tenían territorios o plazas ya definidos para cada cártel del narcotráfico que generalmente no disputaban. Además se toleraba la producción en México de drogas como la marihuana y la amapola, cultivadas principalmente en los estados de Sinaloa, Guerrero, Chiapas y Veracruz, todo a cambio de sobornos que variaban según el cargo de la autoridad a sobornar. La parte más violenta se encuentra hasta la actualidad en la frontera norte, para lograr burlar las autoridades estadounidenses e introducir la droga.
Tradicionalmente los cárteles de la droga han sido benefactores de la Iglesia Católica. Las creencias religiosas de los narcotraficantes y delincuentes les han llevado a ampararse espiritualmente católico para que puedan continuar sus actividades ilícitas, sintiéndose pues protegidos por los santos de la Iglesia ya que no cometen según su criterio, faltas graves ya que quienes son adictos son los que consumen sus productos. Pese a que realizan delitos contra la salud, la mayor parte de ellos no consumen ningún tipo de estupefaciente ni alcohol debido a que deben permanecer alertas ante dicha actividad de alto impacto. Esto incluso les lleva a realizar cuantiosas donaciones a las representaciones locales de esta religión que han permitido la construcción de nuevas iglesias. Sin embargo recientemente algunos representantes locales de la Iglesia Católica se han enfrentado a esta situación denunciando a integrantes de los cárteles de la droga y de los criminales que actúan como brazos armados. Como resultado los carteles de la droga han reaccionado violentamente contra la Iglesia Católica. Poco después de conocerse el asesinato de un sacerdote y dos seminaristas, el arzobispo Felipe Aguirre manifestó recientemente a la prensa en Acapulco que se habían convertido en rehenes de los traficantes de droga.
Más sonado aun fue el caso del arzobispo Héctor González que tras manifestar a la prensa en Durango que uno de los traficantes y asesinos más buscado de México, Joaquín Guzmán Loera, residía en las proximidades y que tanto la población como los las fuerzas de seguridad tenían conocimiento de ello. Unos días después el arzobispo rectificó sus declaraciones en una carta alegando que sólo había declarado sobre algo de lo que no tenía conocimiento directo sino sólo a través de comentarios de sus feligreses. Estos y otros casos han creado un cambio de opinión en la población que debido a sus fuertes convicciones religiosas han aumentado su cooperación con las autoridades tanto locales como internacionales, denunciando ahora más que nunca cualquier información sobre las actividades y el paradero de los delincuentes de la droga, traficantes y asesinos a sueldo, sin embargo reside todavía en el consciente colectivo la percepción, que si bien la iglesia supo protestar en su momento sobre el narcotráfico, actualmente ha decidió mantenerse a raya del conflicto, minimizando en la medida de lo posible sus críticas a los narcotraficantes y sus actividades, para dirigirlas convenientemente a otros sectores menos hostiles.